jueves, 13 de agosto de 2009

Lewis Carroll

Lewis Carroll es el seudónimo por el que es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson (27 de enero de 1832 - 14 de enero de 1898, Reino Unido).

Al leer este nombre podréis pensar que me he equivocado y he mezclado la fotografía con la literatura. Sabemos que Lewis Carroll fue el creador de Alicia en el País de las Maravillas y que fue su máxima obra. Lo que muchos ignorábamos es el variopinto desempeño que tuvo Lewis en las artes y que en la fotografía su aporte fue de gran valor. Sólo hubo una piedra en su camino, el tema favorito de Lewis.


Porque mientras el pictorialismo hablaba de las imágenes fotográficas como objetos artísticos únicos y los retratistas llenaban sus bolsillos con las carte-de-visite, Lewis Carroll, nacido en el seno de una familia inglesa de clase media alborotaba al mundo fotográfico con las imágenes de sus niñas.

Las niñas de Lewis Carroll eran sus musas. De 4 a 12 años, edad en la que decía mantenían su espíritu vigoroso e inocente, eran en su mayoría, hijas de sus amigos o alumnas del colegio en el que impartía clases de matemática.

Su fotografía era de encuadres y discursos limitados, tomas generales de niñas en estado de reposo, disfrazadas de bailarinas orientales o ejecutando algún instrumento pero siempre con una brillante mirada, profunda. En varias de estas imágenes y en la relación que mantuvo Carroll con ellas, se basó Vladimir Nabokov para recrear a su nínfula Lolita, alentando las habladurías que sobre la obra y vida de Lewis Carroll se han tejido.

Mucho antes de publicar sus famosos cuentos para niños, Carroll fue un prolífico fotógrafo, creador de aproximadamente 3.000 imágenes durante sus 25 años de dedicación a la lente. Entre sus retratos se incluye los de Alice Liddell, la niña que le sirvió de inspiración para su famoso libro.
Conservó una gran devoción por ella, aunque hasta su muerte, en 1898, conoció a otras niñas, las fotografió, escribió para ellas y les dedicó sus juegos. En su diario, dejó escrito: "Siempre tengo en el corazón la imagen de Alice, mi primera amiga niña, la que fue mi ideal durante tantos años. Desde entonces, he tenido decenas de amigas niñas, pero con ellas todo ha sido diferente".
Las imágenes infantiles de Lewis Carroll no tienen ninguna espontaneidad: el tímido profesor de matemáticas utilizaba toda clase de trucos y de embelesos para conseguir que las niñas posaran con gestos o expresiones insólitas, reflejo de cómo las veía, cómo las admiraba, cómo las fantaseaba. Por eso empleaba disfraces, quimonos, sombreros, lazos y raros vestidos, como usaba sus fábulas, historias y pasatiempos para seducirlas y conquistarlas. En ocasiones, tenía que inmortalizar a toda la familia para poder, finalmente, obtener el permiso de quedarse a solas con la niña. En realidad, no había por qué desconfiar de él. Su amor por las pequeñas era tan intenso que jamás hubiera permitido que nadie -ni siquiera él- les hiciera el menor daño o las forzara; se trataba de seducirlas para que disfrutaran de sus inmensas habilidades y de toda su ternura.




2 comentarios:

  1. La verdad es que da un poquito de cosa su fascinación por las niñas, aunque las fotos son estupendas. Creo que también se ha descrito últimamente una enfermedad mental cuyos efectos son parecidos a lo que se relata en "Alicia en el País de las Maravillas", así que... ¿Estamos ante otro más en nuestra escala de grandes zumbaos artistas?

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  2. Pues no conocía esta faceta fotográfica del señor Carroll... Un poco pervertío sí que era, ¿no?

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